El monetarismo
El monetarismo es una teoría económica que considera a la cantidad de dinero disponible como un elemento determinante dentro de la economía. Se opone al keynesianismo sosteniendo que la inflación es un problema únicamente monetario y asegura que se produce debido a que hay más dinero en circulación del que la economía demanda.Según el monetarismo el estado no debe intervenir en el mercado, sino unicamente fijar y controlar la cantidad de dinero en circulación que requiere la economía. El monetarismo también sostiene que el consumo no está influenciado por la renta a corto plazo sino por la renta a largo plazo.
Hay varias escuelas que se basan en el monetarismo, principalmente la “Escuela de Chicago”. Pero para muchos el monetarismo no constituye por sí solo una escuela sino simplemente una teoría macroeconómica.
Se considera a Milton Friedman como el fundador del Monetarismo moderno.
Características del monetarismo
- Propone el libre mercado y la no intervención del estado
- Atribuye como causa de la inflación el hecho de haber más dinero en circulación
- Considera estable al sector privado
- Considera responsable al estado de las crisis económicas
- Una de las principales amenazas de la economía es la inflación
- ESTRUCTURALISMO
Movimiento cultural del siglo xx, que se ha desarrollado principalmente en Europa, caracterizado por un método de comprensión que toma como modelo las ciencias exactas y aplica las estructuras lógicas y matemáticas al análisis del pensamiento y del comportamiento humanos. El estructuralismo se desarrolló específicamente en el terreno de las ciencias humanas y sociales. Es también una ideología, en la medida en que el método implica una concepción epistemológica y un planteamiento filosófico. El estructuralismo es una corriente muy diferenciada y sus representantes no siempre están de acuerdo en la definición de estructura. Según J Piaget, "una estructura es un sistema. de transformaciones que en cuanto sistema supone ciertas leyes (en oposición a las propiedades de los elementos) Y que se conserva o enriquece a través del propio juego de sus transformaciones, sin que éstas vayan más allá de sus fronteras o recurran a elementos exteriores. En una palabra, una estructura implica los tres caracteres de totalidad, transformación y autorregulación» (Le structurallisme, 1968). Las estructuras no son realidades últimas de carácter metafísico; metodológicamente, son principios de explicación; en sí misas, son formas inconscientes, prerreflexivas y colectivas, que están en la base de todo el comportamiento humano y de todas las operaciones mentales, que son inaccesibles a la observación inmediata.El análisis estructuralista no se interesa por los influjos causales ni por los condicionamientos históricos, geográficos, etc.; propone más bien un estudio sincrónico de la realidad. El estructuralismo reconoce como precursores a F. de Saussure, S. Freud, K, Marx, y más inmediatamente al estructuralismo lingüístico de R. Jakobson, Troubetzkoy, etc.El estructuralismo ha ejercido una gran influencia en las más diversas disciplinas. C. Lévi-Strauss lo aplicó a la etnología, J. Piaget a la psicología y a la pedagogía, J Lacan al psicoanálisis, L. Althusser al análisis del marxismo, R. Barthes a la crítica literaria, M. Foucault al terreno filosófico (aunque rechazaba el título de filósofo y de estructuralista). J Derrida propone como tarea de la filosofía la reflexión sobre los signos. El análisis estructuralista se ha aplicado también a la exégesis bíblica (cf Yanini).Algunos pensadores han considerado que la teología no puede eludir el reto del estructuralismo si quiere mantener un rigor científico. Sin embargo, la teología, en cuanto ciencia de la fe, no puede reducirse al analisis estructural, aunque desde el punto de vista metodológico pueda encontrar en él alguna inspiración.El neoliberalismo es la expresión ideológica de un modelo teórico económico, el modelo neoclásico, que considera la mínima casí nula intervención del Estado en la economía, ya que el mercado es el mejor instrumento para asignar eficientemente los recursos de la sociedad. A partir de aquí se deriva toda una serie de políticas económicas que favorezcan al libre mercado: - Privatización de empresas públicas o paraestatales.
- Eliminación de los impuestos a mercancías y capitales extranjeros.
- Flexibilización laboral (desaparición de sindicatos y topes salariales).
- Recortes al gasto público (cobertura muy limitada de seguridad social, educación, poca inversión en infraestuctura, eliminación de subsidios).
- Desregulación financiera.
- Apertura comercial de los mercados.
- La estabilidad macroeconómica como el principal objetivo de la economía.
El neoliberalismo emerge en el mundo en
la década de los setentas; es una doctrina que retoma ciertos postulados
del liberalismo económico que surgió en Inglaterra en el siglo XVIII
(de ahí la palabra neoliberalismo), con la finalidad de suprimir
restricciones aun feudales al comercio y a la producción. Dicho sistema
procuraba la existencia del intercambio de trabajo por un salario, la
libre formación de la riqueza y que ésta pudiera ser convertida
fácilmente en capital. Desde el principio, pugnó por los mercados
abiertos, la privatización de propiedades comunales y la limitada
participación del Estado en la economía.
Conforme el capitalismo se fue
desarrollando durante el siglo XIX, la doctrina liberal fue cobrando
mayor relevancia; el campesinado feudal fue convirtiéndose en
proletariado industrial, se dieron los procesos de acumulación y
desarrollo tecnológico que posteriormente permitirían arribar al gran
parteaguas de la historia: la revolución industrial, con la consiguiente
formación de las dos grandes clases antagónicas -proletariado y
burguesía-. Parecía que el liberalismo estaba dando resultados, al menos
para la parte de la población económicamente más favorecida.
Es con la crisis del ’29 que se le pone
fin a este modelo económico y se evalúan sus grandes fallas. Cabe
destacar que la doctrina liberal siempre tuvo acérrimos detractores; así
mismo es muy importante señalar que en los últimos países en formarse
como desarrollados -Estados Unidos, Alemania, Japón, Rusia- no fue la
filosofía liberal la que orientó su proceso de industrialización, sino
que se favorecieron las políticas proteccionistas orientadas a que el
Estado regulara la actividad económica, mismas que permitirían el arribo
de estos países a un estadío de desarrollo.
Es con otra gran crisis, la del ’72, que
resurgen las ideas de establecer un nuevo orden liberal en el mundo; así
nace el neoliberalismo. Es importante destacar que esta nueva ideología
tiene impactos muy disímiles entre el las naciones según su grado de
desarrollo; esto nos debe prestar especial interés, ya que de ahí se
deriva una explicación del porqué ha resultado un modelo tan devastador
para la economía mexicana.
Durante el sexenio de José López Portillo
(1976-1982), el gobierno mexicano apostó por el petróleo para impulsar
el crecimiento económico del país y superar un problema crónico de
endeudamiento gubernamental. Pero hubo un elemento que jugó en contra:
la caída de los precios del petróleo. Para el sexenio de Miguel de la
Madrid (1982-1988), México ya no pudo hacer frente a la deuda y es así
que, a punto de declararse en moratoria de pagos, permitió la
intervención del Fondo Monetario Internacional; este hecho abrió el
proseso de ajuste macroeconómico en el país que implementó de lleno la
serie de politicas que podriamos llamar neoliberales. Estas medidas, que
a continuación enlistaremos, se recrudecerán en los sexenios
siguientes.
El salario mínimo pierde su poder
adquisitivo en un 44.9% sólo durante el sexenio de Miguel de la Madrid,
seguido de otro 46.5% para el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y
continúa con una clara tendencia a la baja.
• Los recortes en el gasto público o, lo
que es lo mismo, la inversión pública, se redujeron de 12.4% del PIB en
1981 a 4.9% en 1988 y a 2.5% en 2002. Se dejó de invertir en fomento
agrícola, manufacturero y en el sector energético al reducirse la
inversión pública en estos sectores de 11.9% del PIB en 1981 a 8.7% en
1988 y a 3.7% en 2002. Todo esto para dar paso al mercado y que éste,
bajo el estandarte de la liberalización, se hiciera cargo de la economía
mexicana.
• En 1982 había 1155 paraestatales en las
siguientes actividades: petróleo, petroquímica básica, minería,
electricidad, telefonía, comunicaciones, ferrocarriles, transportación
aérea, química, automotores, acero, azúcar, bienes de consumo duradero,
banca, comercio, entre otros. En conjunto aportaban el 18.5% al PIB y
daban casi un millón de empleos (10% del empleo total del país). Al
terminar el sexenio de Miguel de la Madrid ya solo quedaban 412 y
actualmente suman 196, en su mayoría servicios. Según un artículo de la
página “Animal Político”1, más de la mitad de los mexicanos que aparecen
en la lista de los hombres más ricos del mundo en la revista Forbes,
son o fueron accionistas de paraestatales (basta el ejemplo del hombre
más rico del mundo, Carlos Slim, que le debe toda su fortuna a haber
sido beneficiado con la concesión de TELMEX). El propio Ernesto Zedillo,
quien durante su sexenio privatizó Ferrocarriles Nacionales de México,
pasó a ser uno de los directivos de Union Pacific Railroad al término de
su gobierno.
• La firma del TLC en 1994 ha creado en
la economía mexicana el fantasma del campo que tantos migrantes expulsa
año con año, y que tiene a tantas personas en pobreza alimentaria
(pobreza extrema según el Banco Mundial). Entre 1993 y 1999, las
importaciones de maíz crecieron 3 mil por ciento, al pasar de 152 mil
toneladas a 5.4 millones de toneladas; así mismo los cultivos de frijol,
soya y trigo han caído significativamente. El propio Banco Mundial ha
advertido que el sector agropecuario nacional no está en condiciones de
competir en el mercado debido a que, a lo largo de 20 años, ha sido
objeto de políticas sin resultados positivos. México carece de soberanía
alimentaria, teniendo que importar el 42% de los alimentos que se
consumen en el país; se estima que dichas importaciones aumentarán al
60% al término del sexenio de Felipe Calderón.
En México, el modelo neoliberal ha significado el desmantelamiento de la economía nacional y la pauperización del nivel de vida;
esto en sí mismo ya es mucho decir, ya que de aquí se derivan la
mayoría de los problemas que aquejan al país. El mismo fenómeno de la
economía criminal expresada en el crecimiento del narcotráfico es
resultado de un campo abandonado, así como de un campesino vulnerado por
la pobreza y que se encuentra en la total indefensión. Suponiendo que
la estrategia para acabar con este tipo de actividad ilícita es
bienintencionada, es decir, que no hay intereses de ningún otro tipo, ha
resultado la decisión más equivocada, ya que nos arroja un saldo de
aproximadamente 60,000 muertos y un país donde la actividad económica
productiva se ve amenazada por la delincuencia organizada. El mismo
país donde el libre tránsito por las carreteras nacionales se convierte
en un acto verdaderamente temerario, y donde la soberanía nacional es
cada vez más vulnerada por la intervención –dizfrazada de cooperación-
de los Estados Unidos. Otro devastador resultado de la falta de
oportunidades en nuestro país es la migración, exagerada por un mal
planteamiento del TLC que jamás aprobó el capítulo de libertad de
tránsito de mano de obra. La gran paradója de la migración es que
Estados Unidos y Canadá, al establecer un orden neoliberal, crean a los
migrantes que buscan una mejor vida en sus territorios.
El desempleo, la caída del
salario real, la pérdida de condiciones de trabajo dignas, son resultado
de una política laboral que desproteje a la fuerza de trabajo en favor
de la competencia y la reducción de costos, esto representa un gran conflicto para la clase tranajadora ya que depende del salario como medio de vida.
En conclusión, México ha experimentado el
neoliberalismo como una serie de eventos que han impactado de manera
negativa a la economía y a la sociedad. Es necesario reconsiderar el
papel que juega el Estado en dicha economía, un rol que en países de
Europa, por ejemplo, se ha votado por una participación más amplia que
ponga orden al caos que el mercado anárquico y voraz creó desde la
decada de los ’80. En México tambien debe darse un cambio de rumbo, aquí
hace falta instaurar un modelo que permita un desarrollo del país
incluyente, que esté enfocado a crear y mejorar el empleo, que exista
una mejor educación y que invierta en su propio progreso. Es momento de
parar el saqueo de recursos nacionales, que pueden ser utilizados para
las necesidades propias de éste país y que no vayan a parar a las
cuentas bancarias de las empresas y los hombres ya enriquecidos. Es
momento de que salgamos del caos en el que hemos estado sumergidos
durante casi 30 años.
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